Para relacionarse en sociedad hay una serie de normas comúnmente adquiridas, cuyo cumplimiento es importante para el devenir (más o menos) armónico del conjunto. Los padres de niños con TEA lo sabemos bien, porque la social es una de las áreas afectadas en su desarrollo, y centramos un considerable esfuerzo, nuestro y de nuestros hijos, en el aprendizaje y respeto a dichas normas.

Nosotros mismos, si viajamos a un lugar con una cultura distinta, nos informamos para actuar de un modo acorde y mostrar respeto a las normas del lugar (y si las normas imperantes no nos gustan, lo adecuado es no ir: si yo quiero visitar la Mezquita Azul de Estambul, sé que debo llevar el cuerpo cubierto y entrar descalza; si no estoy de acuerdo con esta norma, puedo elegir no entrar).

Internet engloba una inmensa red social, y por lo tanto tiene también sus propias normas de convivencia. Es lo que se conoce como netiqueta (netiquette). Copio de la Wikipedia:

Netiquette se utiliza para referirse al conjunto de normas de comportamiento general en Internet. La netiqueta no es más que una adaptación de las reglas de etiqueta del mundo real al virtual. Aunque normalmente las tendencias de etiqueta han evolucionado hasta llegar a formar incluso parte de las reglas de ciertos sistemas, es bastante común que las reglas de etiqueta se basen en un sistema de “honor” [...]
Es importante tener presente las normas que se utilizan en este mundo electrónico para una buena convivencia virtual como es la netiqueta o normas de etiqueta en internet.
El término viene de launión de Red (Net) +Etiqueta, que significa etiqueta en la red.

Como la realidad del mundo virtual va cambiando a ritmo acelerado, se van implementando normas a medida que las posibilidades de interconexión crecen. La mayoría son de sentido común, puesto que están basadas en el mismo respeto que deberíamos tener entre personas en las relaciones reales.
Esas normas existen, y siguiendo el ejemplo anterior, si no estoy de acuerdo, puedo elegir no entrar, no participar en las redes sociales... pero si participo, debo mantener el principio del respeto.

Sin embargo, parece que el sentido común está menos presente de lo deseable, porque a menudo (cada vez con más frecuencia, diría yo) se observan trifulcas virtuales a cuenta de la falta de respeto...  sorprende leer con qué ligereza se manejan algunas personas en el mundo virtual, como si escribir amparado en la pantalla de un ordenador (o móvil, o tablet) propiciara cierta impunidad, cuando en realidad cuenta con el agravante de que queda escrito y publicado. De hecho, dudo que esa ligereza se traslade a las relaciones interpersonales en el mundo real, pero las redes sociales cuentan con una dicotomía proximidad/distancia que a muchos les resulta difícil de gestionar.
Y no me refiero sólo a comentarios desafortunados, que también, sino a cuestiones que entran temas de derechos de autor, entre otros aspectos, especialmente en la blogosfera.
Cuando alguien publica un post en su blog, el contenido debe ser de creación propia.
Si te gusta mucho lo leído en otro blog, puedes extraer un fragmento y citarlo en tu post, destacando lo que te ha gustando y enlazando al blog original para que tus lectores puedan acceder al post completo.
Parece de sentido común, sin embargo entro a veces a leer post que me parecen muy interesantes y cuando llego al final del texto me encuentro con una línea que indica "Fuente: blog de fulanito". Y lo que han copiado es el texto completo...
La verdad es que cuando llego a esa línea, siento decepción, siento que debía esa lectura al "blog de fulanito" y no al que estoy visitando. Y no presumo que se trate de un acto de mala fe, sino seguramente de desconocimiento (incluso promovido por la admiración), pero la realidad es que hacer eso es incorrecto, es faltar el respeto al tiempo y trabajo de otra persona.

Si te ha gustado tanto ese post, la regla fundamental es dejar un comentario en el propio blog; y si no te ha gustado o estás en desacuerdo y se lo quieres comunicar al autor, por supuesto también, siempre observando un lenguaje adecuado y respetuoso.

Esto mismo es aplicable a compartir cualquier tipo de contenido sin citar su procedencia, tanto en blogs como en redes sociales. Ni qué decir tiene cuando además se hace un uso mercantil del contenido, hecho que es incluso denunciable.

En Internet no todo vale, hay normas de convivencia, protocolos e incluso legislación. Y ampararse en la prisa o el escaso manejo de las herramientas, o en el desconocimiento, no es excusa.
Igual que no entrarías en la Mezquita Azul con tirantes, minifalda y tacones.


P.D.: Este post no está inspirado en un hecho concreto (por favor, paranoicos absténganse), ni referido a mi propio blog, pero seguro que cada uno puede poner sus propios ejemplos.

Mateo suele huir del teléfono en su vertiente "clásica", es decir, la de la comunicación puramente verbal (sin imagen de apoyo). Ya hace tiempo que consiente en lanzar el clásico saludo mientras tú sujetas el auricular y casi salir corriendo antes de que el interlocutor responda... le gusta grabar un mensaje y reproducirlo y enviarlo, pero no la conversación sin tener delante a la otra persona.
Cuando suena un móvil en casa y no estamos cerca, él avisa al propietario de que suena (ya sea el mío o el de su padre), pero no lo toca. Como mucho, te acerca el teléfono si ve que tardas en acudir.

Esta mañana ha sonado el mío, y ha visto en la pantalla que era Mariano (que está de viaje) quien llamaba; me ha avisado de que sonaba mi móvil, pero como yo en ese momento estaba ocupada y he tardado un poco, al entrar en el salón le veo con el teléfono en la oreja:

- "hola papá, soy Mateo... ¿qué haces?" (literal).

Yo me he llevado tremenda sorpresa, pero su padre al otro lado, cuando se ha enterado de que ha descolgado y respondido por propia iniciativa (¡y de manera adecuada!), no daba crédito.

Otro (fantástico) escalón.


Justo antes de Navidad hice un trayecto en el coche largo, con Mateo y Carolina detrás. Normalmente juegan y conversan para entretenerse cuando el trayecto es largo, además de pedir qué música quieren escuchar.

Uno de sus juegos favoritos consiste en dibujar cosas en la pizarra magnética y que el otro adivine qué es, o en elegir una provincia y escribir por turno nombres de sus pueblos (pues sí, mis hijos son así de originales).

A mi me encantan esos ratos porque no me perciben como observadora, y juegan libremente poniendo en marcha todos sus mecanismos de invención, teniendo en cuenta que los recursos con que cuentan en el coche son muy limitados (sin ordenador ni tecnología, normalmente sólo la pizarra magnética y lo que el viaje ofrece: el paisaje, la música que oímos, etc.).

En este viaje que comento, dieron un salto fantástico: Carolina propuso que adivinaran "niños del cole", así que por turnos cada uno representaba a un niño, imitando su modo de hablar, o las expresiones o acciones que más les caracterizan... eran tan concretos y fieles a la realidad que yo (que los conozco menos) ¡los acertaba todos! (ellos también, por supuesto).
Cuando ya no se les ocurrían más niños, ampliaron el juego a profes y terapeutas...
Me quedé maravillada, porque esto que se explica en dos líneas y parece un juego bastante sencillo, para Mateo supone:
- amoldarse a una dinámica de juego nueva
- fijarse en cada persona, en sus características individuales y modo de hablar
- representar el personaje, imitando de manera diferida (no con el ejemplo presente)
- identificar los que representaba su hermana
- ¡disfrutar con el juego!

También me gustó la naturalidad con que representaban por igual a sus compañeros, tanto a los que tienen diversidad como a los que no, buscando las características propias sin percibirlas como "diferencias" o  dificultades.

Los frutos de su esfuerzo y trabajo llegan en los momentos más inesperados, y a veces son tan sutiles que pueden pasar inadvertidos, así que procuramos estar atentos y gozar cuando se presentan.
Cada avance, cada paso, cada nuevo matiz es un regalo.