Antes de acabar el curso, Carolina se empeñó en que le comprara un cuaderno de vacaciones; como la conozco (como si fuera mía), le expliqué que eran cuadernos de fichas en los que te marca lo que tienes que hacer, y le dije que teníamos muchos dibujos para colorear, y papel para pintar como quisiéramos en casa, pero se empeñó, y pensé que tampoco nos vendría mal usarlo para establecer alguna rutina en vacaciones. Eligió el que quiso ("el del gatito") y lo dejamos a la espera de empezar las vacaciones, así que nos hemos llevado el cuaderno, como excusa para sentarnos algún rato a "trabajar" durante los días de viaje.
Se lo ha hecho enterito, vaya que sí.
Pero claro, lo de la directividad, así porque sí, a Carolina no le basta. Las cosas se hacen por algo. Que sí, que está claro que ahí tengo que seguir la línea y escribir los números, pero... ¿para qué? si no hay diversión, no tiene sentido. Y las cosas tienen que tener sentido. Así que la diversión la ha puesto ella, y tengo guardado un cuaderno fascinante, lleno de números con cara y sombrero, estrellas con auriculares que escuchan música, círculos reconvertidos en cerditos manchados de barro o en niños durmiendo... un par de muestras:
Cada ficha, una historia en la cabeza de Carolina, narrada con todo lujo de detalles.
Al final, ha sido más útil de lo que yo pensaba, porque con él hemos trabajado mucho más de lo que el cuaderno pedía al pie de cada línea.
Nada que ver con aquellas "vacaciones santillana" :-)
Creatividad vs. directividad, o el sentido de las cosas
Rocio | miércoles, 15 de agosto de 2012 | Etiquetas: aprendizaje, materiales, ocio
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