En la clase de Mateo hay un buzón.
Los duendes de segundo de primaria se escriben cartas y las echan en el buzón. Cuando lo abren, se reparte el correo y cada uno lee las que ha recibido.

Esta actividad postal crea vínculos, ayuda a expresar las emociones, enseña sobre comunicación y, como quien no quiere, se trabaja la escritura.
Y todo eso manteniendo el interés y la ilusión de los niños.

Mateo también escribe cartitas, con apoyo. Y, por supuesto, las recibe.
Ayer llegó esta dentro de su mochila.


No por haberlo repetido mucho, deja de perder vigencia: la inclusión, cuando hay voluntad, es posible.
Pienso en la gran suerte que tiene Mateo con sus compañeros duendes, y en la suerte de los duendes de haber conocido a Mateo.
Debería de ser así siempre, para todos los niños. Espero que lo sea, algún día.

Quid pro quo. Todos ganan.


En el cole de Mateo y Carolina se trabaja por proyectos. Entre los proyectos de cada curso, hay al menos uno que se prepara en familia, y luego se expone en clase. El proyecto familiar de la clase de los duendes, la de Mateo (2º de primaria), se titula "La historia de mi vida": cada duende prepara una exposición sobre su vida, y la presenta ante sus compañeros. Luego hay preguntas y un turno de opiniones en el que dicen si les ha gustado (o no, aunque generalmente sí) y qué es lo que más les ha gustado.

Esta semana nos tocaba presentar nuestro trabajo dentro del proyecto "La historia de mi vida". Y allá que fuimos la familia al completo, a compartir nuestra historia. Yo preparé la presentación y Mateo la fue leyendo ante sus compañeros. A Mateo le cuesta modular el tono de voz, y normalmente habla en un tono muy bajo, así que leer en voz alta le supone cierto esfuerzo.

Hicimos un recorrido desde el día de su nacimiento hasta llegar a este cole (el ciclo de infantil lo hizo en otro centro, aquí empezó en 1º de primaria), y nos detuvimos especialmente en el momento en que descubrimos que Mateo "era como era".

Explicar que un niño tiene dificultades a otros niños nos parece complicado (y lo es), y sin embargo ellos lo viven de un modo más natural. Más aún en este colegio, que apuesta por la inclusión en la base misma de su ideario, en el que hay niños con diversidad funcional en todas las clases, en donde están acostumbrados a la diferencia, porque todos son diferentes y únicos, todos son valiosos para el conjunto. Todos.
Pero son niños, y también necesitan entender por qué algunos actúan de otra manera, y tienen dudas que necesitan respuesta (¿ha sido siempre así? ¿por qué no le gusta jugar a lo mismo que yo? ¿cuando era pequeño tomaba biberón? en fin, la mente de un niño de primaria es un hervidero de preguntas ;-)

Yo lo integré en la historia compartiendo algunas fotos de aquello que Mateo hacía de modo distinto, igual que mostramos a lo largo de la presentación muchas fotos en que hacía (hacíamos, la familia) lo mismo que los demás. Las acompañé de una explicación somera, adaptada al nivel de niños de 7 años.



Fue muy positivo. Aunque ellos conocen a Mateo y saben que "funciona" de otra manera, ver su trayectoria, lo parecida que ha sido su vida en realidad a la de los demás, y todo lo que hace, ayuda a focalizar cómo es en conjunto, más allá de sus dificultades con el lenguaje, su inquietud motora o sus intereses particulares.



Cuando llegó el turno de opiniones, a muchos lo que más le había gustado de la presentación era la foto en que Mateo está sentado sobre la tapa del lavavajillas :-) Pero lo que a mi me llegó el corazón fueron dos comentarios que transcribo literalmente (porque se me han quedado grabados a fuego):

- a mi lo que más me ha gustado ha sido la explicación del autismo y de cómo es Mateo. Además, es verdad que en algunas cosas es un crack porque a veces yo le pregunto en matemáticas y siempre se lo sabe, y también sabe donde están todos los países.

- a mi lo que más me ha gustado de la presentación ha sido lo que se ha esforzado Mateo en leérnosla.

Luego Miriam, la tutora me preguntó qué tal había sido el viaje al pasado en la preparación del proyecto, porque por su experiencia a veces remueve mucho interiormente. Es verdad que remueve algunas cosas que dejas atrás y no siempre quieres volver a mirarlas, pero también saca a la la luz otras que estaban casi olvidadas y son momentos de oro.
Lo mejor del proceso es te pone en perspectiva: veo la historia de la vida de Mateo, y veo lo mucho que ha aprendido, veo un niño feliz y luchador, que disfruta de cada oportunidad que se le presenta, y que si tropieza, da una voltereta y sigue avanzando sin perder la sonrisa.
Y sólo puedo sentirme orgullosa de él.